jueves, 3 de noviembre de 2011

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Unos obreros estaban picando piedras frente a un enorme edificio en construcción. Se acercó un visitante a uno de los obreros y le preguntó:

-¿Qué están haciendo ustedes aquí?

El obrero lo miró con dureza y le respondió:

-¿Acaso usted está ciego para no ver lo que hacemos? Aquí, picando piedras como esclavos por un sueldo miserable y sin el menor reconocimiento.  Vea usted ese mismo cartel. Allá ponen los nombres de Ingenieros, Arquitectos, pero no ponen los nuestros que somos los que trabajamos duro y dejamos  en la obra el pellejo.

El visitante se acercó entonces a otro obrero y le preguntó lo mismo.

-Aquí, como usted bien puede ver, picando piedras para levantar este enorme edificio. El trabajo es duro y está mal pagado, pero los tiempos son difíciles, no hay mucho trabajo y algo hay que hacer para llevar la comida a los hijos.

Se acercó el visitante a un tercer obrero y una vez más le preguntó lo que estaba haciendo. El hombre le contestó con gran entusiasmo:

-Estamos levantando un Hospital, el más hermoso del mundo. Las generaciones futuras lo admirarán impresionados y escucharán el entrar y salir constante de las ambulancias. Además, seguro salvarán muchas vidas, y también aquí darán a luz miles de niños. Yo no lo veré terminado, pero quiero ser parte de esta extraordinaria obra.

El mismo trabajo, el mismo sueldo, la misma falta de reconocimiento; una misma realidad. Tres maneras distintas de vivirla: como esclavitud; como resignación; como pasión, aventura y desafío.

Piensa que el mundo es un infierno y lo será. Piensa que este mundo es parte del Paraíso y lo será.